Mi cuerpo
qué harían con mi cuerpo
quién.
 
La fiebre me hacía temer
la muerte en aquella habitación alquilada
en un país alquilado para huir
de cualquiera que pudiera recordarme.
 
La fiebre me hacía temer
mi cuerpo solo
dejándose pudrir en un viejo colchón.
Gusanos antes de que alguien pensara en mí.
 
Nadie a quien llorar, nadie a quien avisar
muerto o vivo
mi cuerpo
no encontraba ninguna diferencia.
 
- Antes de que te lo enseñen por ahí
te lo voy a explicar yo
-me dijo-
mientras abría mi cama.
Ya no recuerdo cuantos años tenía entonces,
si era joven o vieja.
Sólo recuerdo el asco
arrastrándose dedo tras dedo
por las manos de todos los hombres
-por mis propias manos-
Por favor, pasen sin tocar, pasen pasen.
 
Hasta que un día encerré el dolor en un frasco
le puse al asco tu cara
y cerré la tapa.
Cuando abrí los ojos habías desaparecido
y por fin pude besar
los ansiolíticos dedos de mi amante.